jueves, 15 de abril de 2010

Nuevas tecnologías, creatividad y otros detalles

Un poema nunca se termina, solamente se abandona. Tal vez algo similar pueda también ser dicho sobre cualquier actividad artística. Lo anterior aparece como un problema de la creatividad, y que puede traer serios sufrimientos al sujeto que escribe o que ejerce alguna actividad en esta dirección. La ansiedad de seguir escribiendo también puede combinarse con el miedo de no conseguir crear algo nuevo. No hay peor soledad que la del artista en frente de su obra en potencial. Esto sólo se resuelve en el momento de la inspiración, la cual aparece - y se siente - esencialmente como compañía (cuando el artista se integra con algo).

Al publicar un escrito, una pintura o una partitura el artista cierra un proceso, por el mero hecho de hacer pública la obra. En el caso de la poesía, antes de la llegada de los medios electrónicos basados en la WEB, esto era una sentencia de congelamiento de la obra. Hacer revisiones sobre la misma era cosa bastante trabajosa que dependía de editores y de poseer recursos económicos para esto (lo escrito, escrito está…). En el caso de las bellas artes alterar una obra que ya es pública es también una tarea complicada: ¿como retocar una pintura después de expuesta y vendida para algún cliente? En la producción cinematográfica también debe existir problema similar, agravado por todo el proceso industrial que está por detrás de la actividad cinematográfica. En el caso de la música existe al menos una excepción: el jazz. En las obras de jazz existe un amplio espacio para la improvisación (o recreación de la obra); por este motivo en las grabaciones de este género musical es importante reportar el día de la ejecución (esto lo aprendí con mi bohemio amigo y eterno rebelde César Giraldo, durante mi permanencia en Sao Paulo).

En el caso concreto de la poesía, aprovechando los recursos que la tecnología nos permite, el autor puede hacer alteraciones sobre los textos publicados en la WEB. Adicionalmente el poeta cuenta con una serie de herramientas como editores de texto con autocorrección, diccionarios on-line, además de una inmensa cantidad de información que puede ser consultada en cualquier momento. Esto nos puede hacer remitir a una cuota a más en el sufrir de la labor creativa - en el caso de los poetas antes del advenimiento de las nuevas tecnologías: trabajar sobre borradores, usando lápiz o una máquina de escribir, para depurar un poema. Esto era sin duda una labor gigante. No era por acaso que estos artistas cayeran frecuentemente en depresión profunda... En mi caso, me seria imposible hacer algo de literatura sin un computador, pues soy capaz de armar el mayor desorden posible con dos hojas de papel sobre una mesa vacía.

Para finalizar, el hecho del artista hacer pública una obra puede aliviar su tensión, siempre y cuando sea capaz de abandonarla realmente. Sobre todo si es capaz de abandonar el ejercicio de la paternidad o maternidad sobre la obra. No hay persona más feliz y aliviada en este mundo que el artista irresponsable con su descendencia artística: mal padre o mala madre, o ambos.