miércoles, 31 de diciembre de 2014

Enjambres, Arquetipos y Procesos


En los últimos años los científicos de la computación y algunos matemáticos han prestado atención al comportamiento colectivo de ciertas especies de insectos y mamíferos, que centran su comportamiento en la comunicación y en intereses colectivos. Si revisamos con atención algunas comunidades, tal como las hormigas,  los enjambres de abejas,  de peces y de pájaros podemos ver procesos sofisticados,  orientados para el mantenimiento grupal y, específicamente, para resolver problemas concretos, tales como la provisión de alimentos y la preservación de la especie. Un punto característico de este tipo de comportamiento es la ausencia de liderazgo en el grupo, y cuando existe un líder el sujeto es del sexo femenino, orientado más para garantizar la procreación de la especie que para el ejercicio del  poder.
Para ejemplificar casos concretos podemos citar el caso de las hormigas. El proceso básico del grupo es la provisión adecuada de alimento para el mismo. El proceso es bien interesante y simple. Las hormigas salen en una busca aleatoria, sin ningún control central, alrededor del hormiguero, con la única capacidad de dejar un rastro en el camino, el cual pude ser observado por sus colegas. Este rastro es un producto bioquímico, que los biólogos llaman de feromona, tal como el perfume que usan las mujeres para crear el ensueño en los hombres, dejando un  mensaje simple, tal como “yo estuve aquí y tengo valores…”  En el caso de las hormigas es bien más simple, pues si dos hormigas siguen el mismo camino, la feromona depositada en el mismo se refuerza, llamando la atención de más colegas, que tentarán seguir el mismo trayecto. Si una nueva fuente de alimentos está lejos del hormiguero, la feromona de una hormiga tiende a evaporarse. Al poco tiempo todos los individuos estarán siguiendo el camino que más tuvo caminantes,  tal como una caravana en la inmensidad de posibilidades, de posibles recorridos, en fila india, y sin ningún tipo de liderazgo grupal. Lo espantoso de la simplicidad de esta descripción es que los científicos descubrieron, hace casi dos décadas, que el camino descubierto, al final del proceso de búsqueda para una fuente de alimento, es siempre  el mejor de todos, el más corto y el que tiene la mejor relación de costo-beneficio.  Otros procesos similares pueden ser observados en los cardúmenes, en los agrupamientos de aves, en las abejas, en los sapos, en los murciélagos, en las luciérnagas, y podrían ser citados otros ejemplos similares.
Un tarea tal como investigar la mejor fuente de alimento, obteniendo el mejor resultado posible, con el menor esfuerzo, es conocido en la comunidad científica como proceso de optimización. Y el mismo tiene aplicaciones posibles en diferentes áreas como la economía, la ingeniería,  la física,  la química, la medicina, entre otras posibles. Lo interesante es que los procesos de optimización observados en diferentes especies biológicas puede ser representados en ecuaciones matemáticas simples, convertidos en algoritmos, y posteriormente traducidos en programas de computador.  Por este motivo, muchos programadores se ganan la vida en una área relativamente nueva de la computación, denominada de computación bioinspirada.
Las características esenciales que pueden ser observadas en este tipo de procesos biológicos son la falta de un liderazgo evidente durante el proceso; la existencia de un objetivo concreto (tal como la descubierta de una nueva fuente de alimento); la busca sin aspectos rígidos de jerarquía; la ausencia de ego  o su poco valor con respecto a un proceso colectivo, cuyo objetivo es evidente, simple e incuestionable; la simplicidad implícita en el transcurso, y la belleza evidente que sólo puede ser vista desde afuera, por un observador atento y sensible.  Y hablando de belleza podemos observar que en los procesos de comunicación de algunas especies, que visan transmitir las descubiertas para el grupo,  puede  ser observada la danza, como en el caso de la abejas; el canto, como observado en los delfines; el teatro en el caso de los sapos; el toque sutil, indirecto y perfumando, como ejecutado por las hormigas, y los flashes de esperanza transmitidos por luciérnagas y cocuyos.
Hace años discutíamos estos temas con César Giraldo y un grupo de colegas estudiantes de doctorado, y el viejo amigo dijo al final algo como esto: “si quieren una analogía de lo que me están contando, busquen algo sobre el tema de los arquetipos; esa terrible descubierta  del viejo Jung”.  No es claro hacer una analogía de los procesos bioinspirados y las teorías Jungianas, pero tampoco es difícil observar que sobre un arquetipo la influencia del egotismo de un sujeto es nula, pues el arquetipo está plasmado como un sello en el inconsciente de cada persona y cultura, previo a la personalidad. El mismo César decía que el arquetipo era información codificada, tal como las informaciones biológicas plasmadas en el código genético, pero de manera más sutil. Y si un arquetipo puede ser representado por un símbolo, el mismo tiene una interpretación que se puede revelar de manera diferente para cada individuo. Tal como la electricidad se revela como luz de diferentes colores en los leds, esos dispositivos electrónicos usados en las modernas luminarias, dependiendo del material con que son fabricados. En su simbología hay también un aspecto primordial, primitivo; sin embargo sofisticado (tal como las hormigas), como  un camino, una posibilidad, que deja márgenes de maniobra que pueden ser interpretadas como un acaso;  la libertad en  forma de laberinto.
Adicionalmente, los arquetipos más profundos tienen un evidente carácter femenino; como observado en el dragón, o en las figuras matriarcales, y como plasmado en los personajes femeninos de grandes dramas de la literatura universal, permeados por la figura del secuestro impuesto o voluntario. Así podríamos citar a Sita, mujer tierna e incuestionable, causa válida para un drama que conjuga una alianza de humanos, dioses y animales; principio y fin de la saga, pues todo termina cuando ella misma, ya rescatada, decide retornar para su madre tierra, sin que el propio Rama pueda hacer alguna cosa para impedirlo.
Podríamos describir también a Helena de Troya víctima de su propia incapacidad de decidir por sí misma lo que quiere (y aquí está la tragedia),  y por lo tanto siempre secuestrada. Y por eso Troya es destruida, saliendo Helena incólume de todo el drama; pero cayendo víctima, finalmente, según la versión de Pausanias, de otra mujer, Polyxo, mujer de Tlepolemus; que la destruye para vengar la muerte de su marido, primera víctima de la guerra. Y porque no citar a Úrsula Iguarán, la matriarca de Macondo, que vive 120 años, muriendo ciega, entre la lucidez y la locura de los sabios, y que con su muerte pierde sentido cualquier tipo de historia futura, dejando como única alternativa descifrar los manuscritos de Melquiades; que nos llevan a vislumbrar la figura del destino previamente escrito, mostrando el principio y fin de una generación perdida. César nos decía que Úrsula era el propio pergamino de la obra maestra de Gabo, el arquetipo original,  el código a ser descifrado, del cual Melquiades sólo había transcrito una copia, tal vez incompleta.
Y si existe una figura central en los procesos bioinspirados, éste es del género femenino, en la forma de una reina procreadora, que permanece quieta, dando sentido al proceso, al comportamiento grupal, al código, al presagio,  a la cábala, al algoritmo.
Pero si observamos comportamientos sociales en los humanos  sólo podemos percibir caricaturas, en donde los egos individuales  se perciben como más importantes que los intereses grupales. En este sentido podríamos pensar, de manera equivocada,  que los regímenes autoritarios serían los más parecidos con los comportamientos de los enjambres biológicos. Cierta vez un colega profesor me contaba sobre sus experiencias cuando era oficial de ejército; me decía algo como esto: “Carlos, cuando entrenábamos los reclutas les hacíamos sentir rabia, pues una persona con rabia no piensa, y así obedece más fácil”. O sea, si un soldado no tiene ego aparente en su grupo es porque el mismo fue sofocado por el pecado de la ira, o del miedo, o de la culpa; o sea por la propia fragilidad de su estructura. La misma situación puede ser observada en los regímenes comunistas, en donde el objetivo central es focalizado en una ideología, encarnada en un partido, en un líder, y siempre con características masculinas. Y en todos los casos, el mayor problema es la ausencia de un arquetipo, pues el mismo siempre está más allá de las ideologías, creadas por las fábricas del pensamiento humano.  
Una vida sin conexión con lo esencial, sin auscultar más allá de cualquier ideología, de cualquier ciencia, e inclusive de cualquier arte es una  demencia, un verdadero peligro. Y tal vez el mismo problema ocurra en la democracia representativa que utilizamos para organizarnos socialmente. Los griegos, que la inventaron, tenías sus dioses arquetípicos que la organizaban. A nosotros, en la práctica, sólo nos restan los pecados.