miércoles, 13 de enero de 2010

Un comentario sobre Avatar (la película)

No es la conciencia la que determina la vida, es la vida la que determina la conciencia”. (Karl Marx)

Asistir a la película del director y productor James Cameron ha producido en nosotros una reflexión general sobre lo que ocurre actualmente en nuestro planeta. En este difícil contexto, podemos citar como hechos concretos y actuales las reincidentes guerras fraticidas, el fanatismo constante permeando la política, la religión y hasta la propia ciencia; esta última producto de duros ciclos de evolución en diferentes áreas del conocimiento.

Hablando sobre el tema del fanatismo podemos observar algunos aspectos que pueden describir su morfología. En este caso, prestaremos especial atención a la emoción del miedo. No es un miedo cualquier del que estamos tratando aquí, pues se nos presenta, en este caso, como un miedo que está más allá del peligro de desaparecer, de perder la vida o la conciencia, causado por un dolor insoportable y mortal. En verdad la emoción que aparece entrelazada en el fenómeno del fanatismo es el miedo a la condena eterna, al dolor eterno del cual nadie ni nada nos podrían salvar. En este caso se nos presenta, adicionalmente a la figura de la víctima, la figura del salvador. Obviamente, si el dolor y la catástrofe a las cuales tememos tienen estas características de atemporalidad (por su eternidad) e infinitud (por su intensidad) la figura del salvador se nos presenta con vital urgencia. En esta extraña situación no hay espacio dentro de nosotros para observar nuestro entorno, interno y externo, sobre el cual podríamos observar la totalidad del fenómeno (o sea, no tenemos distancia). Adicionalmente, no existe la posibilidad de observarnos a nosotros mismos con profunda y amplia honestidad.

Intentando describir esta sutil arquitectura emocional podríamos observar en la dualidad condenado/salvador un vacío que necesitamos elaborar: el sujeto. Este término podrá ser contrapuesto al binomio condenado/salvador si conseguimos elaborarlo de manera adecuada, por lo menos ésta es nuestra hipótesis. Podríamos intentar en este caso abordar el tema del sujeto condenado. En este escenario podríamos preguntar: ¿quien está o puede ser condenado a tan temerario sufrimiento?

Obviamente, la pregunta puede tener una respuesta rápida: yo, tú, nosotros… Pero si observamos este tipo de respuesta detenidamente veremos que ella no nos responde adecuadamente y termina por parecernos trivial. Al final, la misma no elimina nuestro inconmensurable temor a una posible infinita y eterna condena.

Si queremos discernir sobre el sujeto tendremos que abordar el tema no desde el punto de vista conceptual, pues los argumentos que podamos esgrimir no dejarían de ser meras ideas, elucubraciones en el campo intelectual que, con razón, siempre nos dejarían inseguros. Esto puede ser entendido desde el punto de vista de que todo argumento tiene un punto débil, el cual puede ser atacado. Esto nos da la clara sensación de que no existen verdades definitivas y que siempre podremos modificar, rebatir y mejorar las opiniones que tengamos sobre cualquier cosa (al fin y al cabo es algo muy humano…).

En el área de la matemática la incomodidad con los argumentos resulta obvia, sobre todo después de los trabajos de Kurt Gödel, famoso matemático austriaco (1906-1978). Lo que Gödel demostró con un famoso teorema es que cualquier sistema lógico, basado en un número finito de principios básicos (que los podremos llamar aquí de axiomas) y que sea garantidamente siempre consistente (o sea sin la existencia de contradicciones) irá a contener afirmaciones -teoremas- que nunca podrán ser probadas, dentro de las reglas propuestas. Este resultado parece ser bien dramático, pues nos señala que en cualquier sistema matemático formal y rigorosamente propuesto existen teoremas que jamás podrán ser demostrados, o afirmaciones que no podrán ser definidas como verdaderas o falsas… Esto nos indica que ningún sistema lógico/matemático se basta a sí mismo, y que no posee la capacidad de “autocomprenderse completamente”. En este caso será necesario crear un sistema mayor y más completo para comprender el menor. Y esto nos muestra que siempre necesitaremos de sistemas cada vez mayores y complejos para comprender totalmente lo que vengamos a proponer, en una cadena interminable que vera las fronteras de la infinitud.

Esta impactante descubierta de Gödel [1] aumenta nuestra desconfianza en respuestas argumentativas sobre temas complejos, como aquellos relacionados con la identidad o con el abordaje del tema del sujeto. En este caso podremos afirmar que temas con estas características son trascendentales y que para ellos necesitaremos de otros tipos de herramientas o abordajes, que tal vez dejen de ser conceptuales [2].

Respuestas apropiadas al tema del sujeto y sus connotaciones, como por ejemplo responder a aquella pregunta sobre qué realmente somos, tendrán que ser dadas sin ideas, sin pensamientos, sin teologías, y no tendremos otra salida sino la de buscar directamente en la fuente, o sea, dentro de nosotros mismos. Si las ideas o las herramientas intelectuales no nos satisfacen plenamente tendremos que ir más allá de ellas, silenciarlas, por lo menos temporariamente, de manera delicada y cuidadosa. Y esto será decidido por cada uno de nosotros, sin imposiciones. Sin ideas ni argumentos como base de nuestra experiencia de identidad, o de sujetos, el fanatismo deja de existir, desaparece súbitamente, deja de tener sentido (las emociones tenderán a equilibrarse por la elaboración silenciosa). No tendremos sectas, y hasta las propias religiones tendrán que encaminar sus fieles a sumergirse en el silencio, en donde no hay padre ni pastor, ni guía que den sermones o explicaciones sobre los textos sagrados, pues lo sagrado será vivido en ese espacio y de manera silenciosa, por cada uno, sin intermediarios [3].

A esta experiencia le podremos dar un nombre, que no la explica. La podremos llamar de Conciencia. Pero es solo un nombre para nombrar algo que no puede ser dicho, ni definido, ni abordado.

En la película Avatar tenemos, entre otros, estos temas: el sujeto, el salvador, la conciencia. Tenemos una civilización invasora, sin conciencia (o con un nivel muy bajo de la misma), como las que invadieron América desde la conquista española, portuguesa, inglesa, holandesa, francesa… Y una civilización con un grado de conciencia mayor, que podría haber sido extinguida, pero tal vez la Conciencia permanecería (buscando nuevas formas para manifestarse). La Conciencia es la salvadora, pues no se refiere a un sujeto específico o a un pueblo determinado. Ella liga la naturaleza como un todo, incluyendo todos los seres y reinos. Y da oportunidad para todos sin diferencias de clase, raza, color, especie, proveniencia...

Y ahora hasta podríamos responder a la famosa frase de Marx diciendo que “es la Conciencia la que salva y da sustentación a la Vida”.

---------------- notas ---------------------------------------------------------------

[1] El trabajo de Gödel ven siendo reconocido como una de las más grandes contribuciones científicas del siglo 20, junto con la relatividad, la física quántica y las bases de los mecanismos que rigen el genoma.

[2] La diferencia entre un lenguaje matemático y nuestro lenguaje coloquial se establece en el nivel del formalismo. Un lenguaje matemático es definido por axiomas y reglas de inferencia que garanticen que todas las proposiciones puedan ser demostradas como verdades o falsedades. En el lenguaje coloquial existe un amplio campo para contradicciones. En el desarrollo de la ciencia la adaptación del lenguaje coloquial a formas más bien definidas y precisas fue esencial, por lo menos históricamente.

[3] Existe un problema para conectarse con la Conciencia y de hecho se hace necesaria una ayuda. Esto nos hace recordar el mito de Ariadne, Teseo y el minotauro. Ariadne entrega el hilo y la espada al héroe que le permitiría regresar sano y salvo después de matar el minotauro. Para adquirir la conciencia tendremos que matar lo que impide su real manifestación en el sujeto (llamaremos a este impedimento de ego), usando la espada dada por el amigo espiritual (al que llamaremos aquí de Maestro). Para regresar sanos y salvos usamos la guía dejada por el Maestro (su rastro, el hilo, su mano sagrada) que se nos presenta como Conciencia pura manifestada.

1 comentario:

  1. Nunca habia asistido a ver una película en EU. Jamás. Y con esta podría haber esperado a verla en casa cuando ya estuviera en el listado de Netflix, el maravilloso servicio de cine online.

    Hay algo en el trabajo de Cameron, en su primer Terminator, que me indicaba que detrás de toda la parafernalia de Holywood, había un tipo inteligente. Ese manejo del tiempo, que se enrosca es sí mismo me sigue pareciendo genial. En Titanic dejó ver el meticuloso control del detalle y su vastedad de manejo de toda la producción. Debe tener una mente sistémica privilegiada.

    Debo confesarte que fui a verla seducido por el anzuelo del 3D... y mira pues lo que me encontré al paso.

    El hombre dice que Terminator lo desarrolló a partir de un sueno de un robot semidestruido que perseguía a una mujer. Con Avatar vuelve e insiste que fue a través de un sueno donde tuvo la idea inicial. Lo entiendo perfectamente. Los sueños son el escenario en mas altas dimensiones donde nos movemos (no nosotros..sino lo que realmente Somos) mientras mantengamos experiencias en cuerpo humano y ahí tenemos acceso a cualquier información que precisemos o que nos precisen entregar.

    Me hubiera gustado, lo cual es todo un desatino egótico con esto del "querer", que el desenlace de la película, de la mano de una civilización tan UNITARIA como la Pandora, no terminara en la larga fila de bípedos humanos desfilando hacia su nave de regreso a su planeta de tercer nivel, flanqueados a lado y lado por los nativos ahora armados hasta los dientes. Hay una enorme distancia entre el uso del hermoso Zikr (Lease Zickar) del Sufismo (movimiento circular del torso mientras se pronuncia un mantra), capaz de crear una energía colectiva que produce alteraciones en el orden natural (viví un Zikr) y el primitivo uso de las armas de fuego. En esto perdieron los habitantes de Pandora.

    Pero ese detalle es mimio frente a la capacidad inventiva del mundo de ese planeta. Podría haberme imaginado un árbol de cientos de kilómetros, mas jamás había siquiera supuesto montanas flotantes... y pensé en las enseñanzas de un guía que nos describía cómo en algunos miles de anos de evolución, nuestras Conciencias tendrán la oportunidad de diseñar y crear mundos enteros, y ahí estaba Cameron, en esta prehistoria donde seguimos viendo la llega a la luna como la gran maravilla, mostrándonos ese mundo maravilloso y prodigioso, el cual solo podría estar al servicio de una especie correspondiente, los Navi.

    Aprendiendo a meditar hace algunos anos, aprendí abrazar a los árboles, conocer la especie y saber la dirección de su energía para disponer los brazos en la posición más respetuosa, mediando antes el debido permiso para compartir con él su naturaleza. Así pues ver la conexión de los Navi con la naturaleza, su respeto por las piezas cazadas, me era familiar. Lo que me hizo abrir los ojos desmesurados fue la conexión física que tienen sus habitantes con los animales...

    No podría estar a menor altura cualquier proyecto que asuma este Cameron. Solo fíjate en este detalle: contrató a un lingüista de la Universidad del Sur de California para crear el Na'vi, el lenguaje que hablan los habitantes de Pandora, y ese trabajo ha creado un efecto formidable en la internet y el mundo, al punto que ya hay sitios especializados para aprender a hablar esa lengua creada: http://www.learnnavi.org

    Mas sin embargo, todo lo que se pueda escribir sobre la descripción de este mundo, solo sustenta la profunda visión que has tenido al recordarnos que lo que subyace detrás de esa mágica realidad, que solo existe en una pantalla, es la misma Esencia que es el sustrato de la misma ficción que creemos estar viviendo, pues una ficción no puede sustentar otra si no hay algo que las una...el UNO.

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